Objetivo [Libre]

Iba a pedir algo de beber cuando vi que se acercó una chica a la barra.
me decidí a hablarle, estaba aburrido aquí. Realmente acababa de realizar un trabajo, y estaba cerca de aquí, así que entré en la discoteca para no acercarme mucho más a la escena del crimen.

-Eh, hola.-me acerqué a ella por la espalda y sonreí esperando que se diese la vuelta.-¿Qué hace una chica como tú y en un lugar como este sola?

Uhm, podría mandarme a la mierda si quisiese, yo lo hubiese hecho.

-Oh, lo siento, no me he presentado, soy Matt.-le dije tendiéndole la mano.

Una vez me dieron mi bebida, le di un pequeño sorbo, degustándola. Bueno, no estaba tan mal. En ningún momento dejé de escrutar la multitud que bailaba, hasta que de repente una parejita se separó del resto, que empezaba a saltar a modo de pogo. El chico estaba de espaldas, y creí asociar la textura y color de cabello con el buscado. Lo seguí con la mirada, atenta. Fue entonces cuando una voz masculina saludó a alguien demasiado cerca mío. Me volteé por reflejo, topándome con un chico de cabello negro y dientes blancos. Me sonreía, aunque yo desconocía la razón. Alcé una ceja, mientras él parecía meditarlo y se presentaba. Estudié su mano extendida por una fracción de segundo, evaluando la situación. ¿Quién era? ¿Acaso se refería a algo en especial con lo de 'una chica como tú'? Por un momento sopesé la posibilidad de estar volviendome paranoica. Nadie podía saber qué era yo, excepto Dominic y mis clientes, cuidadosamente seleccionados. Quizás solo debía tranquilizarme. Tomé su mano y dejé que mis comisuras se curvaran hacia arriba en una precavida sonrisa.

- April - me presenté con suavidad. Me volteé un instante para tomar mi daiquiri, echando una ojeada a donde había estado el chico que buscaba... había desaparecido. Entrecerré los ojos, frustrada; mas cuando me volví a mirar a Matt, mis ojos ya no demostraban expresion alguna. - ¿Acaso no puedo venir a divertirme un poco? - repliqué, esbozando una sonrisa ladeada, divertida. Ser amable en este momento era lo que me convenía, me ayudaba a fusionarme con el ambiente y pasar desapercibida. Sin embargo, mi mirada volvió a pasearse por los rostros y cuerpos que se movían al compas de la música, nuevamente a la caza de su presa.

-Oh, lo siento, perdón si te molestó.-esbocé una sonrisa un poco confundida.

La chica miraba mucho a todos lados. Quizás le gustaría estar conmigo un rato.

-Y no dije que no pudieras divertirte un rato, en absoluto, sólo que como estás sola, pensé que estarías algo aburrida. Bueno, da igual déjalo.-Tenía la sensación de que la estaba molestando, y no debería, en el fondo, así que quise dejarla en paz.

Me di al vuelta y me alejé un poco para meterme entre la multitud, de nuevo.

Miré a Matt, que parecía algo incómodo mientras se alejaba. Puedes hacerlo mejor, me regañé, muestra algo de humanidad. Apreté los labios, dubitativa. El pobre chico no merecía que lo tratara así, había tenido la valentía de acercarse a una chica con cara de pocos amigos, y encima con la mejor simpatía. Era algo que debía valorar, ¿no? La gente no solía acercárseme, excepto cuando componía mi expresión agradable con el único fin de caer bien y conseguir mi meta. Suspiré inaudiblemente, y me odié a mí misma por herirlo.

- No, espera - me adelanté y le toqué el hombro con delicadeza, llamando su atención sin necesidad de alzar la voz - De hecho sí estoy aburrida.. Disculpame, fui desagradable - admití, con la culpa escrita en mis ojos. No esperé a que se volteara, si es que lo hacía. Bien podría desprenderse de mi agarre y fundirse en la multitud - ¿Aún tengo chances? ¿Puedo invitarte un trago?

El chico buscado ya era un caso perdido. Sería muy obvia si continuaba escrutando la gente en busca de su rostro, y la prudencia era mi segundo nombre. Ya estaba aquí, había pagado la entrada y un daiquiri ¿Me iría así sin más? ¿Derrocharía dinero? Por supuesto que no. No es que me faltara, puesto que mis negocios eran casi perfectamente exitosos, pero nunca me caractericé por caprichosa. Además Matt parecía perfectamente agradable, era la oportunidad perfecta para hacer sociales, tener relaciones aparte de las que tengo con mi jefe y mis clientes. ¿Qué perdía?

Increible. La chcia se había vuelto para decirme que lo sentía. Me sorprendió. No era algo que la gente hiciese a menudo por mí. Realmente eso me alegró bastante, así que decidí estar con ella un rato si le apetecía.

-Eh... oh, tranquila, no importa. En verdad yo también he exagerado un poco.-sonreí.-¿Es verdad eso de que vas a invitarme a un trago? Si es así, me has ganado.-dije sonriendo y observando sus gestos.

Esperé a que me contestase. Aparentemente la noche no parecía tan aburrida como podría haber sido en un princiìo. Estaba hablando con una linda chica, aunque con algo de miesterio. Algo dentro de mí se moría de ganas por saber más sobre ella.

Me sentí entre aliviada y satisfecha en cuanto Matt cedió a darme una segunda oportunidad. Le sonreí con ganas, una de esas sonrisas que no empleaba a menudo. Estaba decidido: haría un esfuerzo por ser normal y divertirme como debería hacerlo una niña de 21 años. Asentí levemente con la cabeza cuando preguntó lo del trago, soltando una risa suave, y tras lo cual encerré su brazo con ligera firmeza entre mis dedos, y tiré con muchisima delicadeza de él, insitándolo a venir conmigo nuevamente a la barra.

- Vaya, siento haberme adelantado - repliqué, dedicándole una sonrisa que intentó ser más auténtica que las anteriores, aunque en apariencia todas eran igual de espontáneas. Solo yo sabía cuales eran las que me florecían por naturaleza -, pero sí.. va en serio. ¿Qué te gustaría beber? - consulté antes de recuperar mi daiquiri y beber un sorbo, mirándo a Matt con atención.

Ahora que me había obligado a pasarla bien, podía ver al chico con una mirada más relajada y menos paranoica. Me fijé en el llamativo contraste que hacía su cabello negro con su piel tan clara, la profundidad de sus ojos oscuros, amables, y el ángulo que formaban sus cejas para dar expresion a sus palabras. Sus rasgos eran bien proporcionados, sin duda una persona atractiva.

No me esperaba que reaccionease así, de manera tan espontánea. Pero me pareció divertido. Parecía que iba a empezar a dejar de aburrirme.

-Pues... no sé, ¿está bueno eso que has pedido?-dije mirando su copa.-Tampoco es que sea de beber mucho, la verdad...-le dije en un tono bajo de voz.

Se le veía más relajada, más tranquila, y más atractiva también. El problema sería sacar un tema de conversaión. La acababa de conocer y no tenía ni la menor idea de qué hablar con ella. Quizás escogiese un tema equivocado, quizás le molestase algo que dijese, así que me propuse intentar cuidar lo que decía.

Una sonrisa amable se había instalado en mi rostro, y parecía reacia a desaparecer. Alcé mi bebida, junto con mis cejas, en cuanto preguntó si estaba bueno.

- ¿Un daiquiri de durazno? Yo creo que sí - respondí, antes de voltear la cabeza y pedir otro idéntico. Clavé mi mirada en la suya con interés. Creía que era la única joven adulta casi totalmente inexperta en lo referente a bebidas alcoholicas y la vida nocturna; Matt parecía tener mi edad, por lo que me sorprendí bastante. Mi sonrisa se ensanchó levemente -. Vaya, yo tampoco estoy demasiado familiarizada con todo esto - admití, justo antes de volverme para pagar y recoger la copa. Se la entregué y alcé la mía un poco, sintiendome una estúpida al decir:

- Por las nuevas experiencias.

Su acción me había resultado graciosa, se le veía simpática.

-Si no estás muy familiarizada con esto te aconsejo que no bebas mucho, no sería muy adecuado que volvieses borracha y sola por la noche, ¿no?-sonreí.

Cogí la copa y la alcé junto con la suya.

-Por las nuevas experiencias.-brindé y bebí de ella.-Bueno, cuéntame algo más sobre ti, si quieres claro, no es que te esté obligando a hacerlo, claro, que es para tener tema... bueno... en fin... agh, me lié... No me eches cuenta.-sonreí y me quedé algo incómodo, me había puesto nervioso, no sé por qué.

Puse los ojos en blanco e hice un gesto, agitando la mano desde la muñeca, quitándole importancia al asunto de beber moderadamente; como si yo me fuera a ir de copas por el simple hecho de no salir seguido. Mantuve mi mirada en la suya en el momento del improvisado brindis, esbozando una sonrisa ladeada. Continué mirándolo incluso cuando bebí un sorbo de mi daiquiri, y acabé por reir cuando se puso a balbucear. No era una risa burlona, ni parecido; era una suave carcajada cuidadosamente moldeada para sonar amable, enternecida y divertida a un tiempo. Quizás lo de 'enternecida' haya salido espontáneamente.

- ¿Qué te puedo contar sobre mí sin aburrirte demasiado? - ¿Qué te puedo contar sobre mí sin delatarme? Me pregunté en mi fuero interno. Busqué alguna trivialidad de mi vida... definitivamente mi niñez era inofensiva y monotonamente normal a mi modo de ver. Me lo pensé un momento.

- Bueno.. en realidad no soy de aquí, sino que nací en Londres. Un bonito lugar, si nunca lo has visitado, aunque aquí quizá brilla más el sol - me encogí de hombros y le sonreí. - Ahora cuéntame de ti - pedí, y probé otro poco de mi bebida.

-De Londrés, ¿eh? Está en uno de los sitios que me gustaría visitar.-le di un sorbo a mi bebida.-Oye no está nada mal esto... voy a tener que escogerte para saber lo que bebo.-reí observándola.

-Bueno, a ver qué te cuento de mí... Soy de Ohio, pero me vine a vivir aquí con mi abuela de pequeño. Oye, ¿no sería mejor jugar a yo te pregunto y tú respondes y luego tú perguntas y yo respondo? Así nos contamos más y me da tiempo a pensar...-me reí por lo bajo-Sí, tengo que pensar, que s mucha información y es de noche.-volví a reirme.

Realmente tendría que pensar porque no quería decir ninguna información no necesaria.

Sonreí complacida cuando mencionó escogerme como ejemplo a la hora de elegir bebidas. Sentirme útil era una de mis mayores pasiones, y aunque sea mediante un simple comentario, lograba alegrarme el día. Me apoyé en la barra con cuidado, desde donde di el último sorbo a mi daiquiri, sin apartar mis ojos de los suyos claro. Me gustaba ver sus emociones a traves de las oscuras pupilas, intentar interpretarlas era mi juego privado. ¿Estaba acaso un poco precavido? Hasta ahora había visto en sus orbes muchisimas emociones en poco tiempo: de la coquetería habia pasado a la inseguridad, el nerviosismo, luego el interes, quizas un poco de confusión. Matt se me hacía muy interesante. Realmente interesante.

¿Debía pensar lo que diría? ¿Era ese un indicio de que ocultaba un secreto? ¿Qué tan grande? Ya lo descubriría, si lograba sacarle algo. Reí junto a él cuando propuso el juego.

- Claro, juguemos - acepté, sonriendo con entusiasmo. Entonces hice ademan de escuchar la música -nada del otro mundo, aunque sí bailable- y abrí los ojos con alegre sorpresa -. Oh, Dios.. Adoro esa canción.. Ven, bailemos - dije, quitándole con suave agilidad la copa y dejándola sobre la barra, para luego entrelazar sus dedos con los mios y tirar levemente de Matt hacia la pista.

Qué espontánea, pensé. Me había dicho de bailar con ella. No, había tiradod e mi cuerpo obligándome a bailar con ella. No me gusta bailar, pero bueno, ya sea por no cortarla.
Realmente me sorprendió bastante que hiciese eso, no me lo esperaba en absoluto. Aunque bueno, supongo que también podríamos jugar a ese juego mientras bailábamos.

-¿Te gusta esta música? A mí no es que me apasione, pero el ambiente, bueno, tampoco es decepcionante... Y... bueno, no bailo muy bien.-dije un poco avergonzado.

Ahora parecía más agradable, e incluso se puso más linda. Tenía que cuidar un poco mis palabras, estábamos cogiendo demasiadas confianzas, eso no era del todo bueno, no podía descuidarme un segundo, debía medir cada palabra que decía, pero de forma que pareciese lo más natural del mundo.

Fingí no percatarme de su expresión sorprendida. Me limité a guiarlo entre la gente por unos segundos. No nos habíamos adentrado tanto en la pista, puesto que odiaba la sensación de estar aprisionada entre tantos cuerpos. Sonreí cuando dijo que no bailaba bien, y me encogí de hombros.

- No es cierto - repliqué, simplemente, mientras me movía al ritmo de la música. Nada de movimientos histéricos ni demasiado llamativos; vamos, no soy de esas. Aunque me estuviera permitiendo cierto grado de diversion, y ahora mismo estuviera rompiendo algunas reglas personales, no olvidaba quién y cómo era habitualmente. Todavía medía cuidadosamente mis palabras, evitando cualquier comentario comprometedor, pero me resultó más fácil de lo que esperaba: podía separar con facilidad en mi cabeza el lado 'trabajo' y el lado 'lo demas'. Descubrí que en 'lo demas' habia mucho espacio por completar; muchas anécdotas que experimentar y en especial mucha gente que ocupara su sitio allí, puesto que la mayoria de mis relaciones (clientes, colegas y jefes) se situaba en 'trabajo'.

- ¿Y el juego? - dije, alzando las cejas con simpatía. - ¿Empiezas tú?