Simple Precalentamiento [Libre]

por **April Kelly** Mar Abr 27, 2010 7:45 pm

No fue necesario echar otro vistazo al papelito. Ya hasta era inútil conservarlo. La dirección no era difícil de memorizar, tanto el nombre de la calle como el número de casa estaban profundamente grabados en mi cabeza. Era como pronunciar mi propio número de teléfono. Simple, automático. Ya estaba decidido, el pequeño papel amarillento, cuidadosamente doblado en cuatro, donde mi caligrafía expresaba la dirección indicada, debía desaparecer. Su ciclo se había cumplido.

Salí del coche y caminé tranquilamente a través de la calle, pasando delante de la residencia sin siquiera voltearme a mirar. Despues de todo, se suponía que nada tenía que hacer allí. Llevaba el cabello recogido en una prolija coleta alta, que dejaba lucir mis discretos mas no baratos aros de plata. Con la barbilla en alto sosteniendo mi habitual aire elegante, una chalina blanca protegía mi cuello del frío, mientras un tapado gris de cashmere se encargaba de cubrirme el torso, hasta el inicio de los muslos; y llevaba debajo unos jeans oscuros que acababan ocultos bajo unas botas con 9 cm. de tacón.

Me colé por un callejón, logrando pasar desapercibida. Una vez dentro, busqué en mi bolso blanco el encendedor que usaba habitualmente para encender los cigarrillos. Tras echar un rápido vistazo a la basura con la que disponía, escogí un tarro de pintura vacío para tirar el papel de la dirección dentro, no sin antes prenderlo fuego. Esto se llama eliminación de evidencias. Me alejé unos metros para que el olor a quemado no se adhiera tanto a mis ropas, y luego lo apagué echándole agua de una pequeña botella de agua mineral que traía conmigo. Guardé con agilidad los elementos dentro de mi bolso, exceptuando el encendedor, y saqué un frasco de perfume y un cigarro. Me eché un poco de la fragancia, dejando que el aroma a vainilla tapase el del humo, y salí como si nada hubiera pasado, llevándome con naturalidad el cigarro encendido a la boca. Ahora solo debía esperar y observar. Regresé al auto, un simple Ford Mondeo. Daba lástima, pero era lo que uno debía hacer para no llamar la atención. Me acomodé en el asiento del conductor y encendí la radio. Me calcé las gafas de sol y di una larga calada al cigarro, completamente calmada.

por **Dominic Thorvald** Miér Abr 28, 2010 6:23 pm

Era uno de esos días en los que seguía a mis secuaces, y observaba sus pasos muy adecuadamente de que no me fueran desleales. Algunos piensan que debería fierma de todos ellos, pues la duras pruebas de acceso son muy difíciles para poder entrar en mi asociación de exterminio policial. Observé como quemaba el papel, y quitaba toda duda del crimen que acababa de hacer. Quitó sus pruebas del medio, y eliminó toda evidencia de ella misma. Observé como se echaba una fragancia desde la esquina de la calle de enfrente, apoyado en la pared y tomando un cigarrillo negro, especial, que solo yo y unos pocos más sabían hacer.

Casi me terminé el cigarrillo mientras ella encendía un cigarrillo, se metía en su mondeo, se puso unas gafas y le dió una calada, poniéndo el cohce lleno de humo, eso simplemente lo hace en mi coche y no volvería a fumar nunca más... pues... sería otra muerte más a mi espalda. Cosa que no me importa, muchas tengo ya a mi espalda. Miré hacia los lados para comprobar que no había nadie siguiendome o vigilándome. No, no hay nadie. pensé.

El alocado tiempo primaveral en Nueva York me tocaba la moral, por la mañana había una niebla que no podías ni ver ni tu propia nariz, a los cinco minutos llovía con un buen vendabal, cosa que odio pues odio mojarme con hojas en la cara por culpa del viento. Luego hace un calor horrible y al final caigo resfriado. Odio la primavera.

La suave brisa fresca que empezaba a hacer por el atardecer, empezaba a enfriarme más de lo que suelo estar. Me esparció el pelo para los lados e intenté que ponermelos de nuevo en su sitio, dándole una última calada al cigarrillo negro, o como yo le llamo, mork.

Me acerqué sigilosamente hasta el coche de... creo recordar que se llamaba April... tiré del enganche para abrir la puerta del coche, observándo antes de que no lo había cerrado, me senté rápidamente y cerré la puerta del coche. Le miré serio, sin sentimientos que estuvieran a la vista en mi rostro.

- Bien hecho señorita April... buen trabajo... veo que me sigue dándo lealtad... como me dijiste en el juramento... aunque...- volví mi mirada oscura hacia el horizonte, ya casi había anochecido- como ha visto ha cometido un grave error... si hubiera sido del bando contrario de esos cabrones, usted habría muerto en estos instantes...- dirijí mi mano doblando los dedos de forma que tuviera la forma de una pistola, apunté a su frente y moví mi muñeca hacia atrás simulando un disparo- no puede comerter un fallo como ese... de nuevo...

por **April Kelly** Miér Abr 28, 2010 8:57 pm

El humo revoloteó a mi alrededor a pesar de las ventanillas semi abiertas, casi danzando al ritmo de la música que sonaba desde la radio; realmente yo no estaba oyéndola, demasiado ocupada en barrer la calle con miradas nocivas. Cada pequeño movimiento hacia girar mis ojos con rapidez, pudiendo captar, por ejemplo, una paloma descender del árbol con la única intención de picotear las migajas del suelo; o una señora que, viendo llegar la noche, cerraba las persianas de su habitación en el primer piso.. ajena al silencioso, secreto delito que se llevó a cabo en la casa contigua. Curvé las comisuras hacia arriba al pensar aquello. Por el espejo retrovisor vi un coche ponerse en marcha, el conductor no era más que otro inocente y respetable ciudadano, que tambien ignoraba el escándalo. El auto, que de hecho llevaba de patente ADR 214, se alejó tras un ruidoso traqueteo, producto de la antigüedad del motor.

Un movimiento, quizás más alarmante, me obligó bajar la vista: una silueta humana caminando con sigilo directo a mi coche. Mi analítica vistazo no duró más de un segundo sobre el rostro del hombre, deslizándose luego al frente, vigilando la esquina. No volví a posar los ojos en Dominic Thorvald mientras entraba y cerraba la puerta, limitándome a oír sus palabras, aunque perfectamente consciente de su gélida mirada. No esperaba que me sonriera, ni mucho menos; había comprendido perfectamente que esas no eran actitudes que el 'jefe' adoptaría. Ignoraba su pasado, la verdad casi ni me importaba, pero no era dificil adivinar que los sucesos en su vida lo habían hecho más duro que una roca.

Agradecí con un seco asentimiento sus felicitaciones, para luego sentir mi sangre helarse con el maldito 'Aunque...'. ¿Qué es lo que había hecho mal? ¿Un error? No podía permitírmelo. Di una calada y exhalé el humo hacia afuera mientras él hablaba, mientras me reprochaba. Mis ojos, ya de por sí inexpresivos, se asimilaron a un par de hielos, por lo fríos, al volver la cabeza. Regresé a mirarlo justo para apreciar el disparo falso.

- Confío en mis sentidos - repliqué con voz serena, suave, infinitamente educada, mas no por eso sumisa -, le puedo asegurar que no son descuidados en ningún momento, mi atención completamente puesta en su correcto uso - si hubiera estado en real peligro, si un policía o bien miembro de otra mafia, hubiera aparecido en la calle, no dudaba en que lo hubiera divisado al instante. -. Sin embargo, si recela de mis métodos.. bien podría omitir ciertos aspectos y hacer mi trabajo al modo estrictamente convencional - finalicé seriamente, sin dejarme inhibir por su presencia y manteniendo la voz en un tono de segura tranquilidad.

por **Dominic Thorvald** Jue Abr 29, 2010 5:22 pm

Me acomodé en el asiento del Mondeo, apoyándo la cabeza en el respaldo dejándo todo el peso de mis pensamientos en él. La verdad prefiero el frío al calor, me deja pensar con frialdad y con una rapidez buena, no que con el calor parecía que relantizaba mis pensamientos, con tanra incomodida en el cuerpo por la subida de temperatura en el cuerpo.

Metí las manos en los bolsillos de mi negra gabardina buscando algo del calor del que debía de manterne al menos un poco en mi temperatura corporal normal. Las saqué luego de unos segundos al darme por vencido y haber mandado a tomar por culo el puto calor corporal que yo no tenía. Solía siempre tener un grado menos de lo normal, en verano era algo de agrader aunque en invierno era muy jodido de aguantar.

La noche acaparó todo el cielo por completo, ahora era el momento de salir más cómodo y seguro para mí y para mis subordinados. Nuestros rostros en la oscuridad si discernían menos que en la claridad del día. Nuestras sombras se entrelazaban con la oscuridad de los callejones y con nuestros pasados oscuros, llenos de muerte y leyes rotas. Vidas rotas, desquebrajadas, nidas que nunca tendrán nada con lo que volver a ser normal, por mucho que pidan perdón al mundo entero, el daño hecho está, luego mi trabajo comenzaría, los perseguería hasta llegar a aquellos que se retractan de sus negros como alquitranes pecados, y encargándome de su infidelidad hacia mí, y contrato conmigo roto, su vida no me es interesante para la mía y me llevo su vida a manos de mis pistolas preferidas... Una rápida muerte les doy cuando no me piden que no les mates, que me apiade de ellos... ¿Al cabo alguien lo hizo de mí? No, nadie... yo no lo haré con los demás... ojo por ojo y diente por diente... asi es mi filosofía y así será con los idiotas que se pongan ante mi camino.

Y peor es la muerte de un desgraciado que me pide compasión. No permitiré que en mis subordinados haya alguien con sentimientos tan endebles como para pedirme a mí compasión...

Volviendo de mis pensamientos y mis recuerdos sanguientos, volví al Ford Mondeo de April... una contestación... Miré por los dos retrovisores del coche y hacia delante, observé durante unos segundo en cada dirección percatándome de la nada. El olor a cigarillo y a vainilla me agolpaban la nariz, arrugué un poco echando un poco de mi oxígeno hacia afuera en un intento de echar esa mezcla de olor tan fuerte y concentrado como era una colonia de vainilla y cigarrillos.

- No dudo en sus sentidos señorita April... dudo de sus olvidos en cerrar el pestillo del coche...- mi mirada no se movió del frente para nada, y aunque no la mirara sé que eran igualmente fríos- los métodos de un asesinatos son todos iguales, todos convencionales... uno mata y el otro muere... diferente es como prefiera matar al contrincante... eso es otro tema más, dejemoslo para gustos... pero todos los métodos de una mafia son todos convencionales, universales... una muerte se puede decorar... dar toques de tu firma en ella... pero nada más....

por **April Kelly** Sáb Mayo 01, 2010 1:18 am

Me dio la sensación de que realmente no me escuchaba, pero no por eso dejé de hablar. Una vez hube terminado, esperé la respuesta. Dominic estaba sumido en su propio mundo, y yo no era quién para interrumpirle. Lo observé un momento, para luego no perder más el tiempo y regresar a mi vigilancia, concentrada nuevamente en los sucesos irrelevantes ocurridos fuera del Mondeo. Rápidamente la noche se cerró sobre nosotros, las luces de la calle se encendieron, y no permitieron que las estrellas se luciesen como esplendorosas se alzaban en las afueras de la ciudad. Lejos de sentirme tocada por ellas, no tardé más de un segundo en contemplarlas. Eran tan solo astros, estrellas de otros sistemas planetarios, o planetas de nuestro propio Sistema Solar. Nada de parientes y amigos fallecidos que nos contemplaban, ni esas estupideces. Prácticamente me reía de la gente que así lo creía, tan ingenua como para perderse en su brillo. En mi opinion, una pérdida de tiempo.

En la calle no pasaba nada digno de mención. La tranquilidad en la que se hallaba sumida era aplastante, aburrida. No deseaba que de repente aparecieran veinte policías armados con el único fin de meternos en prision o asesinarnos, pero mis pistolas descansaban, melancólicas, tanto en mi bolso como en el cinturón oculto por el tapado. Ya llevaba una semana de misiones exitosas, sin la interrupción molesta de la ley u otras mafias. Ya llevaba una semana sin la adrenalina correspondiente al tiroteo. Mis entrenamientos me hacían sentir segura a la hora de disparar, y mis maestros fueron de los mejores... de los más temidos en el mundo entero, con su cede principal allá al otro lado del Atlántico.

Noté su incomodidad al verlo, de reojo, respirar hacia afuera del vehículo. En mi opinión el aroma que nos inundaba no era tan fuerte, pero en fin. Sin detenerme a chequear su reacción, presioné el botón ubicado en la puerta, abriendo los vidrios lo suficiente como para que se renovara el aire. Escuché sus palabras con atención, en un completo pero secreto desacuerdo. No me miraba, pero aún asi mantuve mi expresión sin rastro alguno de sentimientos, como si estuviera esculpido en roca blanca, acorde a la tonalidad de mi piel. Mi voz sonó luego tan inexpresiva como mi rostro.

- Entendido. No se repetirá - dije escuetamente, sin mirarlo, tragándome cualquier posible respuesta que pudiera considerar demasiado directa, necia o incluso grosera. Lo que menos quería en este momento era problemas con Dominic. Ya traía suficientes conflictos conmigo al llegar a Nueva York, como para andar ampliando la lista.

por **Dominic Thorvald** Lun Mayo 03, 2010 5:20 pm

Escuché su respuesta. Asentí. Ningún movimiento... por ahora... Mantenerse alerta siempre fue algo para mí como el respirar, nada nuevo, nada difícil de hacer. Me mantuve ahora algo más cómod, el aíre no era tan lleno de olores tan seco y empalagoso como era el cigarrillo y y la vainilla respectivamente. Como todo, la noche atría la consecuencia del frío, esta noche sería dura para los que trabajaran por la noche, pero poco le importaba, pues sería su trabajo y cada uno a lo suyo.

La luna, tan llena de nada, solitaria y fría como él. Su vida fue dura, en ningún momento hubo algún descanso de su alma, ahora no le importa eso, cuanto más esté ocupado en asuntos sin o con importancia mejor, su mente debía estar en pleno funcionamiento, no podía desviarse de su duro trabajo al día. El cielo, copioso de estrellas, aunque casi ninguna se vea, todas tapadas por una capa de insultante contaminación luminiosa. Millones y millones de estrellas en el fimamento y solo escapan unas cuantas de la matanza mediante su fuerte y pura luz blanca.

El viento, tan vacío, transportador de muchísimas catástrofes, causante de daños irreparables, o bien el salvador de muy pocos. Más bien casi no ha salvado a nadie en su vida, muchísimas se ha llevado y pocas, por no decir casi ninguna, ha dejado. Algún día lo cogerán y su matanza sucumbirá. Hasta ese día... matará a cualquiera que se interponga entre su propio final.

-Eso espero...- saqué uno de mis cigarrillos especiales, no hechos de drogas, si no de algunas plantas que solo moraban en mi tierra natal, su gusto y olor son tranquilizadores- La noche está muy tranquila... dentro de muy poco le daré otro trabajo... pronto, muy pronto- encendí el cigarrillo negro, lo encendí con mi zippo- estoy pensando en mandarte conmigo a vigilar algunas de mis ventas, seguramente por Argentina....- aspiré un poco del cigarrillo, dejé el humo un momento en mis pulmones, cogiendo ese sabor tan especial y lo exalé.

por **April Kelly** Mar Mayo 04, 2010 2:34 am

Miré críticamente su nuevo cigarro, que desprendía un aroma que no supe asociar a una planta ordinaria, preguntándome internamente dónde diablos había metido el otro, el que tenía al venir hacia el coche, y cómo había hecho para fumárselo tan rápido. No habían pasado más de quince minutos desde su llegada, pero al comenzar a hablar su extraño.. "Mork", como hay rumores de que lo llaman, desapareció misteriosamente. Intenté explicármelo alegando que el cigarro había sido desechado con una habilidad manual digna de un ilusionista, adquirida tras muchos años de experiencia. Pero luego recordé que el Sr. Thorvald no era mucho mayor que yo, y que tal talento no podría haberse ejercitado en tan poco tiempo y con tan efectivos resultados. Conclusión: la desaparición del Mork suponía un misterio, para mi sensible frustración. Detestaba dejar a medias el caso que yo misma me había abierto, pero había cosas más importantes que atender.

Me entusiasmó la idea de una nueva misión con la cual ocupar mi tiempo, emoción que fue exteriorizada con un suave asentimiento. Nada de sonrisitas estúpidas, ni miradas soñadoras, ni mucho menos aplausos o ridículos saltitos exaltados. Sentir el sabor de la expectativa no era sinonimo de caer en la idiotez. Mantuve mi cuerda postura.

- Argentina.. allí hay buenos clientes - repliqué, dando una última calada a mi abandonado cigarro, antes de tirarlo por la ventanilla con un resuelto movimiento de muñeca. -. Tengo entendido que se comenzaron a solicitar grandes cantidades de detrinéustacis - la nueva droga, salida de laboratorios clandestinos apenas hace un par de meses, era conocida tan solo por un selecto círculo, mas parece que en el país sudamericano había sido bien difundida. Las pastillas, en apariencia fofas e inofensivas, causaban una inmediata inhibición, que duraba de seis a ocho horas, y que al poco tiempo dejaba graves repercusiones cerebrales. Era cara, sí, pero aún así la gente la consumía bastante. -. ¿Tiene idea de cuándo se realizará el viaje?

por **Dominic Thorvald** Mar Mayo 04, 2010 5:09 pm

Dí otra calada al cigarrillo, luego exalándo el humo de mis pulmones, menos mal que estos cigarrillos no producían ningún daño, sino... ahora mismo tendría unos buenos tumores en los pulmones. Con el cigarrillo entre mis dedos, lo hacía rodar una y otra vez, era una costumbre hacer algo con las manos, sino era hacer rodar el cigarrillo era hacer trozos de papel, lo que fuera mientras me mantuviera las manos ocupadas.

Deslizé con la mano libre alguno de mis cabellos hacia el lado, pero al ser demasiado liso volvían a su estado original, dentro de poco tendría que volver a cortarme el pelo, otra odisea para hacerlo, no era tan fácil hacer una cosa tan fácil com ir directamente al peluquero, sino mientras esperaba y me cortaban el pelo, vigilaba las esquinas y mis espaldas, y tengo muy claro que no noy a llevar a nadie a mis espaldas, no pensaba aguantar a nadie, aunque todo el mundo sabe que hablar de cosas mundanas, anonadinas las odiaba, mejor era esta callado, solo y observar.

Asentí ante la afirmación de los buenísimos clientes que había por Argentina- Es cierto.... la nueva droga que pocos tenemos en producción nos va a invertir un buen capital, un doble o un triple del que ya tenemos en nuestra cuenta... es cara... la gente es sucia y tentada a probar las nuevas drogas que salen al mercado. Habrá una reunión de las dos mafias que hay en Argentina, habrá que tener mucho cuidado, estos dos grupos son bastantes peligrosos, entre los dos están que saltan chispas... además de a tí, traeré a unos cuantos más de confianza. No se cuando iremos... esto de la pelea que hay entre bandas es jodidamente jodido... te llamaré cuando tenga noticias....- una penultima calada al cigarrillo casi acaba con el cigarrillo.

Unas sirenas empezaron a escuchar desde muy de lejos, algo había salido mal, algo se nos había escapado, alguién habría visto algo o escuchado algo lo sabía, lo sentía, alguien escondido entre las sombras, un espía quizá... un vecino tal vez... Daba igual en ese mismo momento, había que moverse, las sirenas se escuchaban muy de cerca- Arranca....- dije sin emoción ninguna, esta última calada acabó completamente con el cigarrillo, abrí la ventanilla y lo tiré en un rápido movimiento, cerrando de nuevo la ventanilla.

por **April Kelly** Sáb Mayo 08, 2010 2:11 am

Estaba relajada. Es decir, lo más relajada que se podía estar. Toda mi espalda estaba dejando caer su peso sobre el acolchonado asiento, con mis brazos y piernas cruzados en una cómoda posición. Lo único en tensión era mi cabeza. Sabía perfectamente que la causa de mis dolorosas contracturas en el cuello se debían a mi cabeza siempre erguida, los hombros formando permanentemente un perfecto ángulo obtuso, cercano al de 180°. En aquel momento, los nudos no se hacían notar, pero sabía que al momento de recostarme por fin para dormir (única ocasión en la cual permitía que mi postura se aflojase sobremanera) se quejarían y me reclamarían por tanto esfuerzo, que durante el día era tan inconsciente.

Así que una reunion de dos mafias... por lo que dijo luego tenía mis serias dudas de que fuera tan solo una 'reunión'. Era obvio, definitivamente no era el mejor momento para hacer una visita a la Argentina. Me puse a pensar, nunca había visitado ese país. En realidad nunca había llamado la atencion, a pesar de sus bonitos y diferentes paisajes; nada de eso me importaba realmente. La prioridad en mi propio mundo individual era seguir respirando, existir la mayor cantidad de tiempo posible. Y para eso necesitaba dinero, y lo que me podrían pagar en un trabajo convencional no era suficiente. Si quería vivir, debía hacerlo de la mejor manera. Rodearme de lujos me hacía sentir conforme, y no conocía otro trabajo en el que me pagaran más que en este. Unos años de entrenamiento intensivo bajo la educación de los mejores mafiosos de la historia, y hora de dar el siguiente paso. Pero, por cosas de la vida, cosas que uno prefiere callarse antes que ser pisoteado, emprendí mi viaje a América, lejos de mi departamento, de mis cosas... para empezar de nuevo. No desde cero, claro. El conocimiento era inborrable, la experiencia ya la tenía, así que solo era retomar desde cierto punto del camino.

Las sirenas de la policía en plena cacería me sacó de mis propios pensamientos. Un maldito botón nos había delatado. Apenas supiera quién había sido el muy imbécil, asesinaría sin dudar a algunos familiares y amigos... a menos, claro, que pudiera pagarme una cifra decorada con varios ceros a la derecha. Ya veríamos. Sea inocente o no, intencional o simple casualidad, al responsable algo le quitaría.

La orden de Dominic fue completamente innecesaria, para entonces ya había girado la llave. El cigarro que mi jefe había tirado por la ventana aún estaba cayendo mientras el coche salía disparado. Gracias al fino motor, el silenciador, y todo eso, nos alejamos rápida y silenciosamente de lugar. Doblé en la primer esquina, importándome poco si era contramano o no. Ni siquiera encendí las luces, que podrían actuar como un cartel de 'Atrápame, aquí están los culpables'. Ya era de noche, y me las arreglé para tomar las calles en penumbra, donde el Mondeo de tonos oscuros pasaría desapercibido.

En cuanto tomé la avenida, luego de dar varias vueltas en el barrio, encendí las luces y me coloqué en la fila de coches como una ciudadana más. No se podía estar seguro de si la policía había logrado seguirnos, pero yo lanzaba miradas furtivas al espejo retrovisor cada tanto.

- Vigile, Dominic - le pedí en tono suave, sereno, irrebatible. -. Debo conducir y me temo que es imposible poner la completa atención en ambas tareas al mismo tiempo - Una lástima, pues creía que de ser eso humanamente posible, lo haría a la perfección. Muchas veces deseaba tener un par de ojos en la nuca, para tener todo controlado.

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