Noche ajetreada (libre)

Era tarde, serían las 12 de la noche. El restaurante estaba lleno, algunas personas ya tenían unas copas de más encima, y yo sólo sabía ir de aquí para allá llevando comida y bebida.

En uno de mis descansos salí un momento fuera y me apoyé en la pared.
Tenía ganas de salir del restaurante y dar un paseo. Hoy no tenía ningún encargo, así que sería una noche tranquila.

-Camarero.

Definitivamente se acabó mi descanso. Entré en el restaurante y atendí al cliente, que había pedido la cuenta.

Nueva York podía resultar tremendamente aburrida... sí aburrida. Ninguna diversión... nada Quizás por eso decidí ir a comer algún sitio que hubiera gente por si pasaba algo entretenido.

Llegé a un bar y entré. Parecía invisible ningún camarero me echaba cuenta. Pasó uno moreno con la piel blanca al lado mía. -Cama....- solo me dio tiempo de eso antes de que volviera a desaparecer entre la multitud.

Estaba apunto de sacar la pistola del bolso y disparar cuando porfin alguien me habló....

Me dió la sensación de que alguien me había llamado. Me giré y vi a una chica de rasgos asiáticos en una mesa. Se acababa de sentar. Me apresuré a su mesa y le dije:

-Perdone, señorita, ¿qué desea tomar?- dije sonriendo,sacando una pequeña libreta del bolsillo de mi chaqueta y alzando mi bolígrafo.

La chica era linda, la verdad, aunque la encontré algo tensa.
Movía el bolígrafo con los dedos esperando una respuesta...

Ahora era a mi a la que le entraban ganas de hacerle esperar a aquel camarero. Me quedé mirando un momento los ojos. Eran bonitos...Puse la mano encima de la mesa y tamborileé los dedos mientras pensaba en que beber. Estaba demasiadoa contumbrada a que me atendieran en seguida.- Creo... que...un martini y para comer... ya vere.

Le hablé como si no fuera nadie. Como todos asquerosos. quizás si me hubiera encontrado...con ganas... no sé de cualquier otra cosa le habría hablado más amablemente ... Pero bah! era un hombre más.

-De acuerdo.- tomé nota y por último le dije-Volveré dentro de un rato... para ver si ha decidido qué va a comer.- sonreí y fui a por la copa de Martini.

Una chica, sola... a estas horas de la noche, era algo raro. Y precisamete ir a un restaurante no muy barato... Bah, eso no tiene nada que ver conmigo.

Regresé a la mesa con la copa de Martini.-Tome, su Martini.- dejé la copa en la mesa y miré a sus ojos, nada desagradables a la vista.

Miré al camarero con mirada seria. Cogí mi Martini y observé que el vaso estaba manchadp.- ¿Y esto es un restaurante de lujo o es qué los camareros no saben ni lavarse las manos?- alargé el vaso para que observara la mancha que tenía en uno de sus lados.- A saber de que es.- se lo di y miré al camarero con una ceja levantada- Señor...bah da igual. Esta copa no la pago... a si que traeme otra.

Realmente no esta tan capulla, bueno mentira si podía a llegar ser realmente capulla pero esta situación me divertía. Me acomodé en mi silla y crucé las piernas debajo de la mesa. Esperando a que el camarero inepto se fuera y volviera con una copa más limpia. Jugueteé con los cubiertos de la mesa pensando que pedirme.

Me quedé un rato pensando por qué había actuado así... era una manchita de nada... Tsk, joder, nada más que problemas y más problemas.

-Como desee...-agarré el vaso y di media vuelta para llenarle otra copa que estuviese con un vaso reluciente.

Bueno... una hora más y podrás dar tu ansiado paseo, sólo tendrás que seguir como hasta ahora.

Regresé a la mesa y coloqué la copa en la mesa. El vaso estaba completamente limpio, reluciente, sin mancha alguna.
-Aquí tiene.-sonreí-Y disculpe por lo de antes. ¿Ya sabe qué va a pedir?-dije agarrando el bolígrafo.

Desde luego tenía nervios de acero. Eso era bueno... podría venir todas las veces que quisiera para quejarme... quejarme como me había enseñado mi nueva condición de "niña" rica. Miré la copa reluciente... tsk! no había forma de quejarme.

Miré al camarero. Realmente no le pegaba serlo... o mejor dicho ser camarero de un restaurante. Le pegaba más uno de estos cutres que estan en los callejones y tiene cosas satánicas.

Miré la carta del restaurante resentida por no haberle sacado de sus casillas. Miré las cosas que había para comer.- Pediré una ensalada de momento.- le dije sin ánimo y bebí de mi copa. Abrí el móvil. Tenía una llamada perdida de mi marido.- Baka...- muermuré mientras me guardaba el movil otra vez.

Apunté lo que había pedido y me fijé en la cara que puso al abrir el móvil. Intenté bromear con ella, a ver qué pasaba.
-¿Qué? ¿Pelea con su novio? ¿Sabe? Siempre estoy yo aquí si quiere desahogarse y reñirme por una manchita en un vaso...m o... si quiere, una sopa en la mosca, digo... una mosca en la sopa...- le dije sonriendo ampliamente y mirándola. Agh, me pasé de bromista esta vez, creo... se la veía tan seria... no tenía pinta de reirse mucho, la verdad... aunque bueno, para reirme yo... que me dedico a asesinar a gente...

Recogí la carta de la mesa y me despedí.-Bueno, si necesita algo más, ya sabe lo que tiene que hacer.- volví a la cocina para pedir la ensalada que me había encargado, mientras esperaba, iba llevando platos y bebidas al resto de mesas deseando que fue la hora de finalizar por hoy.

Levanté mi rostro lentamente hasta mirarlo.- No creo que sea de tu incunvencia...- dije con un eje de irritación en mi voz. ¿Quén se creía él para opinar sobre mis problemas? Y no era ninguna pelea... simplemente mi dresprecio hacai aquel hombre.

Lo ignoré cuando me sirvió la comida. Comí la ensalada y pagé. Durante el rato que había estado comiendomela en silencio había recibido la llamada de un cliente. Un pez gordo que quería que llegara una mercancía de armas antes de dos semanas. Tenía que negociar con él... A si que terminé de comer, pagé la cuenta y me fuí de alli. Por mala suerte el hombre había quedado detrás del local.... eso no me gustaba ya que me habían visto adentro pero era los negocios.

Entré en el callejón que había detrás del restaurante... en aquel sitio solo se escuchaba el ruido de mis tacones contra el suelo asfaltado. Metí disimuladamente la mano en mi bolso, no me agradaba mucho aquel lugar, y agarrñe la pistola. Entonces vi al hombre. No iba solo sino con otros dos. Esto me olía mal. Andé con decisión hasta ellos.

Me pedían algo practicamente imposible. ¿cómo querían que trajera las armas hasta aquí en una semana? Eso era mucha prisa. Y la prisa no es buena porque podían ser detectadas y yo detenidas... Mi negación no les gustó y todo se tornó un poco más peligroso. Las caras de los hombres ya no guardaban hostilidad...

Estuve observando todo desde dentro del restaurante, mirando a través del cristal de la puerta trasera, pues iba a tirar la basura.
¿Esos tíos iban a hacerle daño? Joder, sí que son grandes... podría ayudarla, pero joder, si no sale bien, me matarían... Y ella no es que se portase muy bien conmigo en el restaurante. Tsk, qué problema... No me importa cargarme a dos mierdas, total, ya estoy acostumbrado... pero el problema es que ella me vería, y no puedo asegurar su silencio... aunque... por otra parte, algo me dice que debo ayudarla... Oh, Dios, para, capullo, haz algo, no vayas a dejar que le hagan algo a la pobre chica.

Al final me decidí a ayudarla, suerte que hoy llevaba la pistola encima, siempre la llevo cuando voy de paseo o salgo al trabajo, nunca puedo saber si me han descubierto o si me pasará algo.

Aparecí por la puerta con la bolsa de basura.
-Eh... esto... ¿qué coño estáis haciendo aquí con esta chica?- mi cara estaba definida entre sorpresa y decisión. No quería tampoco ser arrogante, así que salí como si no hubiese escuchado nada. Mi otra mano estaba atrás en mi espalda, acariciando la funda de mi pistola.

Miré al camarero. Casi pongo la pistola en alto. La guardé un poco detrás mía para que él no la viera. No habría hecho falta que apareciera. ¿estaba en todas partes? Miré a los dos hombres que se pusieron un poco más tensos. Podía provecharme de la situacion... a pesar de todo debía de ser realista. Eran dos hombres contra mi... y este camarero podía serme de utilidad.

Me preparé mentalmente el tipico papelito de la chica idefensa que esta en apuros.- Que...querían robarme.- Mi voz sonó temblorosa y asustada. Pero lo justo como para que pareciera real. Di unos pasitos hacia atrás y me acerqué con disimulo a aquel camarero.

Pero uno de los hombres, el jefe de ambos, se puso furioso y dijo todo lo que habíamos estado tramando... estaba hablando sobre mi profesión. Lo miré con odio, un poco disimulado. Como me tocasen mucho las narices estos dos se enteraban.